
EL DESAFIO DE AGATHA
Agatha Christie bajó las escaleras a trompicones. Los viejos tablones de madera de roble africano que las sustentaban, parecían querer caminar con ella azuzados por los golpes de sus tacones.
Nada más traspasar el umbral de la puerta de la calle, giró la cabeza en ambas direcciones y comprobó que ya no quedaba ni rastro del Dr. Becker. Se quedó parada con la pitillera en la mano, al tiempo que pensaba en las opciones que tenía para devolvérsela, ahora que su viejo amigo había tomado camino a Nairobi.
Subió las escaleras, ya con más calma, y al entrar en casa colocó la pitillera sobre el recibidor de madera con tan mala pata que cayó al suelo. De un solo golpe, la cajita metálica en cuya superficie tenía repujada la efigie de un león, se abrió enviando al suelo un único pitillo. Se agachó y lo recogió.
Su viejo amigo sólo fumaba Old Border negro y aquel pitillo tenía un tabaco verduzco. Lo olió y pudo notar un cierto aroma agrio mezclado con hierba maltesa. No era tabaco.
Mientras pensaba en el por qué, giró sobre si misma para encaminarse hacia la cocina, al tiempo que observó que su amigo también se había dejado la bufanda de Cashmir. Demasiados despistes para un hombre tan concienzudo y ordenado. Se sentó en su sillón orejero favorito que daba a la parte delantera del jardín y mientras observaba su Falso Tamarindo, que ya dejaba ver sus primeras flores, comenzó a darle vueltas a la idea de que su amigo quería decirle algo.
Hacía un par de días habían estado hablando de venenos, aquellos a los que Agatha debería acudir para dar sentido a su nueva novela. Necesitaba una hierba que pudiera pasar inadvertida en una mermelada. Perdida en sus pensamientos observó de refilón que la bufanda tenia cosido un mensaje. La cogió y pudo leer en perfecto latín : ” Taxus baccata, quam herba ” . El Tejo, la hierba del más allá -decía.
Dejó la bufanda y se acercó a su viejo diccionario taxonómico donde pudo comprobar lo que su amigo había colocado en el pitillo. El tejo era su hierba. Ahora ya tenía “su veneno” y su nueva novela ” Un puñado de Centeno ” pronto sería una realidad.
Lord Becker le había hecho una propuesta correcta y a la vez había fomentado su ingenio. ¿ Qué más podía pedir para aquella plomiza tarde de Abril…?
¿Pongo ya el té señora? -preguntó Mary, la doncella.
Sí, tengo una gran debilidad -dijo ella con una amplia sonrisa.
Mary puso la taza de té, la leche , unos azucarillos y su tarta de crema favorita. Agatha disfrutó relajadamente del té y del pastel inglés, cuya receta le había legado su abuela.
Agatha’s Challenge
Agatha Christie stumbled down the stairs. The old wooden planks of African oak wood that supported them seemed to want to walk with her pressured by the clomping of her heels.
As soon as she crossed the threshold of the front door, she turned her head in both directions to find that there was no longer a trace of Dr Becker. She stood there with the cigarette case in her hand, considering the options she had to return it to him now that her old friend had made his way to Nairobi.
She climbed the stairs more calmly now, and when she entered the house, she placed the cigarette case on the wooden hallstand, with such bad luck that it fell to the floor. With a single blow, the small metal box embossed with the effigy of a lion on its cover, opened up, sending a single cigarette to the ground. She bent down and picked it up.
Her old friend only smoked black Old Border, and that cigarette had greenish tobacco. She smelled it and noticed a particular sour aroma mixed with Maltese grass. It wasn’t tobacco.
As she thought about it, she turned and headed towards the kitchen, noting that her friend had also forgotten his cashmere scarf; too many lapses for such a conscientious and organized man. She sat on her favourite wing chair, which faced the front garden, and as she observed her False Tamarind, which was already showing its first flowers, she began to think that her friend was trying to tell her something.
A couple of days ago, they had been talking about poisons, the ones Agatha should turn to, to make sense of her new novel. She needed a herb that could go unnoticed in a marmalade. Lost in thought, she caught sight of a message sewn on the scarf. She picked it up and was able to read in perfect Latin ” Taxus baccata, quam herba.” Yew, the grass from beyond, – it read.
She put down the scarf and went over to her old taxonomic dictionary where she was able to verify what her friend had put in the cigarette. Yew was the herb. Now she had “her poison” and her new novel “A handful of Rye” would soon be a reality.
Lord Becker had made a correct proposal to her and at the same time had fostered her ingenuity. What else could she ask for on that greyish April afternoon…?
Shall I serve the tea, ma’am? – asked Mary, the maid.
Yes, I feel a bit weak – she said with a wide smile.
Mary served the cup of tea, some milk, a few sugar cubes, and her favourite cream cake. Agatha light-heartedly enjoyed her tea and English cake, the recipe for which her grandmother had left her.
(Translated by Cristina Souto from Britannia Academy in Galicia-Spain )
Tarta de crema inglesa (English Custard Tart)
(Receta sacada del blog The Culinary Scene)
Ingredientes:
BASE: (para un molde de 22 cm desmontable )
- 225 grs. de harina tamizada
- 115 grs. de mantequilla
- 85 grs. de azúcar blanco o 60 gr. de fructosa
- ralladura de un limón
- 3 yemas de huevo M

RELLENO DE CREMA PASTELERA:
375 grs. de nata al 35%
90 grs. de leche entera
2 huevos 2 yema de huevos
80grs. de azúcar (lo probáis y rectificáis) o 60 gr. de fructosa
- 1 cucharadita de nuez moscada

FORMA DE HACERLA
Para la base.
- Se ponen en un bol la harina junto a la mantequilla en pomada y la ralladura del limón. Se mezclan con una mano hasta que quede como si fuera arena.

- Después se añade el azúcar o fructosa y se vuelve a amasar.

- Seguidamente se incorporan las yemas y se sigue el mismo procedimiento hasta hacer una bola consistente. Noes necesario amasar mucho.

- Se envuelve en un papel transparente, se mete en la nevera y se deja hasta el día siguiente.

- Al día siguiente se saca y se extiende de forma redonda similar al molde ( 22 cm )

- Se cubre el molde con la masa. Se ajusta bien y se recortan los bordes con el rodillo.

- Calentar el horno a 180ºC. Se pincha un poco la masa con un tenedor. Se cubre con papel de hornear y se le pone un peso (pueden ser garbanzos pequeños, lentejas o similar ).

- Se hornea unos 20-25 minutos hasta que se empieza a ver un poco tostado. Se saca del horno, se retira el papel y el peso y se vuelve a meter para evitar que la base quede cruda.

Para el relleno:
- Se calienta la leche y nata sin que hierba. Mientras en un bol se mezclan los huevos y el azúcar junto a la cucharita de nuez moscada

- Se añade la mezcla a la nata y leche calientes fuera del fuego. Si se mezcla bien y con un batidor de varillas no es necesario colarlo .

- Una vez fría la base, se vierte la mezcla en el molde .

- Se pone el horno a 130 grados y se cuece durante unos 50 minutos. Pasado este tiempo se nueve un poco para ver la cocción. El centro suele quedar más líquido pero después endurece. Se apaga el horno y se deja dentro unos 15 minutos más
- En Gran Bretaña es tradición servirla acompañada de frutas.


